James Rhodes: «la música me ha salvado la vida»
El pasado domingo descubrí al pianista británico James Rhodes por una entrevista que le realizó Jordi Évole en Salvados. Rhodes es una estrella de la música clásica poco convencional cuya vida está marcada por una tremenda historia de dolor que cuenta en el vídeo del capítulo completo.

James Rhodes
Debido a lo interesantes que me han parecido sus opiniones, me he tomado con mucho gusto la molestia de transcribir algunas de las frases que más me han gustado del vídeo que he insertado al final de esta publicación, para que las podáis leer con calma y reflexionar sobre ellas:
Hay un motivo por el cual escuchamos una música que tiene 200 o 300 años. No creo que en 300 años escuchemos un concierto de Justin Bieber, One Direction, Muse o Colplay: pero sé que seguiremos escuchando a Bach, Beethoven o Chopin. Y el motivo es que contiene todo lo que necesitamos saber sobre la humanidad y sobre el espíritu humano.
Cuestiona también los rígidos clichés que rodean a la música clásica:
Hay tantas reglas en la música clásica. Me da rabia que tengas que vestir de una manera determinada, con un esmoquin, que no debas hablar con la audiencia. Tan solo te sientas, tocas y te vas a casa. Me resulta increíblemente triste. Preferiría quedarme en casa escuchando un CD que ir a la mayoría de los conciertos porque, en mi opinión, no representa ninguna novedad ni interés. Lo ideal sería que todos los músicos subiéramos al escenario y habláramos sobre las piezas que vamos a tocar.
En cuanto al tiempo para practicar, estoy totalmente de acuerdo con su opinión:
El mundo en que vivimos va muy rápido: tenemos trabajos, familias, hipotecas, el fútbol, los «realities», Twiter, Facebook… ¡Es demasiado! Encontrar 40 minutos al día parece imposible, pero es bastante fácil. Si duermes 8 horas… ¡sería genial dormir 8 horas! Y trabajas 10 horas, luego te quedan unas 4 horas más para llevar los niños al colegio, comer, ducharte… Todavía te quedan 2 horas, ¿y qué hacemos? Vemos «realities» en la televisión. Si pudiéramos emplear 30 o 40 minutos de esas 2 horas extra en tocar el piano, pintar o escribir: en hacer algo creativo, sería genial.