¿Sabías que este poema se dice que habla de Benito Soto, un personaje pontevedrés? Más música relacionada con literatura en este enlace.
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín […]
Bucanero de profesión, el barrio de la Moureira lo vio nacer hasta convertirse en el pirata más temido incluso a el otro lado del atlántico. Sanguinario, cruel y despiadado, comenzó sus andaduras hacia el nuevo mundo donde asesina sin piedad a toda tripulación que con él se topa. Fue mandado ejecutar en Gibraltar tras, se dice, haber dado uno de sus mayores botines a su tío, José Aboal, y éste haberlo escondido en uno de los edificios más ilustres de Pontevedra.
«La canción del pirata» es uno de los cinco poemas que José Espronceda dedica a los seres marginados de la sociedad en señal de protesta: el pirata, el mendigo, el verdugo, el cosaco y el reo de muerte. Es considerado uno de los poemas icónicos del romanticismo español. Fue publicado en el libro Poesías, en el año 1846, después de su muerte.
El grupo musical Tierra Santa musicalizó «La canción pirata», un romance decimonónico.
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«A casa da Campá», también conocida por la antigua casa del pitillo, pues en ella había un bar donde con el café se daba un pitillo. Ésta es la actual sede del Vicerrectorado de la Universidad de Vigo y, se dice, existe un documento en el que los antiguos propietarios hicieron firmar al concejo de Pontevedra, que si en algún recobeco del edificio se hayara dicho tesoro, los legítimos propietarios serían ellos. Cada año se recrea en Pontevedra con la fiesta pirata el desembarco del bergantín El defensor de Pedro, comúnmente mal denominado por The Black joke.
La denominación de Casa de la Campana, tal como se atestigua documentalmente en 1587, debe proceder de encontrarse a escasos metros de la fachada principal de la desaparecida iglesia parroquial de san Bartolomé o Vello. Esta parroquia, por causas que se desconocen, carecía de campanario hasta que, en 1637, el maestre de cantería compostelano Benito Vidal acomete su construcción
Para financiar la obra fue preciso deshacerse de la vieja custodia parroquial de plata, mediando autorización arzobispal. Esta carencia obligaba a convocar a los parroquianos con el carillón de la inmediata casa de los Puga, que había pasado a manos de los benedictinos de San Salvador do Lérez. Sus badaladas indicaban el entorno rural de la villa, que delimitaba una frontera acústica, hasta donde fuera posible escucharlas.
Fuentes:
Texto elaborado por Sonia